Vida y Océano Vol V

surf and clean en Lima

Los meses pasan rápido, la vida empuja fuerte siempre hacia delante y las cosas que eran sueños y proyectos se convierten en recuerdos. Ya volvimos de Chile, ya surfeamos Punta de Lobos, vimos volcanes estallar, conocimos la cultura mapuche, caminamos por bosques antiguos y navegamos por ríos de aguas limpias…sobre todo conocimos gente especial que nos aportó muchísimo y que nos cambió el viaje y la vida…como siempre pasa.
Mi único mérito, si es que tengo alguno, fue hacer todo esto sin «ocupar plástico» de usar y tirar, como dicen allá.

Voy a por mi quinto mes sin usar plástico de usar y tirar, y aunque a veces me miren raro en el supermercado, en reuniones de amigos o en un festival, tengo que decir que me siento bien conmigo mismo. Si bien admito que aún tengo pequeñas cosas por resolver; como la crema solar…pero son muy pocas y llegarán a ser cero muy pronto.

A principios de Marzo marchamos a Chile. Un vuelo transoceánico de muchas horas, con escala en Lima (Perú) requería una mínima planificación si pretendes no consumir cosas envueltas o contenidas en plástico de usar y tirar. Unos cuantos bocadillos, un termo con agua y bastantes piezas de fruta eran mis armas.
Cargar con mi guitarra, tabla de surf y una mochila parte del entrenamiento surfer. Ya que todos sabemos que hacer surf no es sólo echarse al agua, sino todo el esfuerzo que uno hace desde que sale de casa hasta estar de pié en la ola y os aseguro que para un madrileño el camino cuenta.

Hoy os contaré solo una anécdota, la primera prueba del viaje, nada más llegar a Chile: ¡Olvidé una naranja en la funda de la guitarra!

naranja surf and cleanSiempre es una historia viajar con un instrumento musical. Casi nadie comprende lo querido que es para el músico y tienes la incertidumbre de que lo quieran bajar a la bodega donde el frío y la presión lo pueden hacer trizas. Como siempre en la vida puede haber azafatas intransigentes y esto da lugar a situaciones tensas. Entrar con tu guitarra en cabina no es suficiente, debes encontrarla un lugar seguro. Repuestas como: «No hay sitio», «Todos los armarios están llenos»…etc son habituales. Tuve la suerte de que un pasajero me cediera hueco en su portamaletas de primera clase y así salvé el primer escollo.

Al llegar a Lima el vuelo de conexión se retrasó 3 o 4 horas, así que afiné la guitarra y estuve tocando toda la mañana mientras esperábamos.
Supongo que fue aquí donde la naranja fue a parar a la funda de la guitarra, porque era mi desayuno pero gracias al retraso del vuelo nos invitaron a desayunar.

Al final montamos en el vuelo camino a Santiago de Chile y tras otro rato de tensión una azafata amable encontró hueco para la guitarra en su armario. ¡Bien por ella!
Tras otras tantas horas de vuelo al fin llegamos a nuestro destino. Ahora quedaba recoger la tabla. Si hay un momento en el que los surferos sufrimos tensión en los viajes ese es siempre el de ver si la tabla llegó contigo, si no se perdió en la conexión y si llegó entera.

Al final todo salió bien. Así que me dirigí con decisión hacia la puerta y puse las cosas en la cinta de la aduana casi por acto reflejo, sólo mirando a la salida. Hacía sol y calor mientras que en el hemisferio norte aún era invierno. La voz del funcionario me sacó de mi ensoñación: «Disculpe caballero, puede abrir la funda de su guitarra».
– Por supuesto.
– ¿Qué es esto?
– (?¿?¿?) Pues una naranja…
– Excelente. Acompáñeme.
– Esto… si, se me olvidó, puede tirarla sin más, no me importa.
– (Mirada seria). ¡Acompáñeme por favor!
– psñlkjasdlkjf¡¡¡**

Pasillo largo, con guitarra, tabla y mochila a cuestas. Llegamos a una oficina donde me deja en manos de una chica joven.
Intento preguntarla, pero no hay lugar a bromas. La naranja aquí es cosa seria. La sitúan en una bandeja y la pesan.
Rellenan un montón de papeles y me pasan un formulario. Me enseñan mi declaración de aduanas que firmé en el avión.
¿Acaso pone aquí que llevará usted una naranja? Escriba a continuación el motivo por el que no la declaró…(perdona???)

Tras el papeleo vuelta por el pasillo largo y espera de una hora en la puerta de una oficina a la que van pasando todos los pardillos que como yo no declararon su comida.
– Ya verás como me multan…vaya inútil…:-(

1hora después. – Pase adelante… Me siento frente al funcionario y espero. Relleno otras hojas, aparece la naranja amenazante en la cesta.
– Cuénteme por qué no declaró la naranja.
A estas alturas ya me encuentro vendido, cansado y culpable de mi torpeza…así que procedo a relatar sin mucha fé:
– Verá, desde Enero he hecho una promesa de no consumir más plástico de usar y tirar, como la comida de los aviones suele venir envuelta en este material…bla bla…represento una asociación sin ánimo de lucro…bla bla…vamos a colaborar con organizaciones locales…bla bla……blablalblablblalbalbalbla…(sin mucha esperanza)
Tras un rato el tipo me corta y sonríe.

– Bién, la multa por esto son 200 dólares…(redoble de tambores, 3 segundos largos, sonrisa y tensión que inexplicablemente se resuelve para bien)
… pero estimo que sería la naranja más cara del mundo. Como no hay mala voluntad vamos a levantarle la sanción. Pero que sea la última vez.
Se me levantan las cejas hasta el techo. Ou yea¡ Aún queda buena gente en todas partes del mundo…hasta en la aduana¡¡¡
– Mil gracias.
– De nada. Pero la naranja tenemos que destruirla.
– Destrúyala hombre, sin problema. 🙂

Salgo de la oficina, cojo mis bártulos y al fin llegamos a Chile…calor y olas a tope, y sin multa…tomaaa¡¡

maitencillo surf and clean

Los comentarios están cerrados.